miércoles, 24 de agosto de 2011

24 Agosto, Tittmoning



Solo puedo pensar en lo que estoy pensando, en lo que prometí hacer el esfuerzo de no pensar. ¿Cuándo me dejarás alguna pizca de poder, cabecita? No pido demasiado, tan solo unos segundos de tranquilidad. Que este pensamiento que con tanto empeño me obligas a retener, agita mi cuerpo cual tormenta de arena.
Se oye un click interno, comienza la película. Corriente de incalculables voltios sacude cada parte de mí al visualizar la primera imagen de la secuencia. Ingenua al pensar "y decían que lo mejor es el final". Los hechos previos a mi desfallecimiento se suceden imparables. Dentro de una centrifugadora donde, por fin, mi mente se halla en un blanco pálido infinito. Pero el infinito es una ilusión, hay un final, como cada túnel tiene su luz, mi camino desemboca en tu cuerpo.
¿Corazón? ¡Hola! Deja de cabalgar, estate tranquilo. Quiero llegar y que sigas vivo. Supuestamente los objetivos te dan la fuerza sobrehumana necesaria para llegar al final, pero el sendero está lleno de enemigos llamados pensamientos.
Son agujas que se clavan en mi torso siguiendo exactamente el mismo trayecto que tus labios cuando nos reencontramos en el limbo. Es injusto que el precio a pagar sea tan alto. Se acabó, no puedo respirar. Siento como cada alvéolo se cierra colapsando paulatina y dolorosamente mis pulmones. Moriré de un infarto antes de abrazarte. ¿De un infarto?
Demasiado tarde, engullida por tu aroma lejano me despido, ardiendo en llamas.