lunes, 15 de marzo de 2010

AMERICAN MOTEL


Al ver películas americanas cuando era niña, lo que más llamaba mi atención eran esos letreros que avisaban de que había un motel de carretera en la zona. Apuesto a que la noche del baile de graduación se petaban... Y aunque suene frívolo, es el sitio perfecto por excelencia para cometer un crimen pasional: chica mata a chico por haberle sido infiel.



5:00 pm
Ashley pasea por la calle más transitada de su pueblo con su chihuahua y su iPod. Esa misma mañana su chico, Joe, había estado en su casa comiendo. En un descuido de Joe, Ash cogió su móvil para dejarle una notita graciosa que la leyese por la noche cuando no estuviesen juntos. Cual fue su sorpresa cuando vio los mensajes. La zorra en cuestión se llamaba Nicole. Ashley sintió como le hervía la sangre. Los hijos de puta habían quedado esa noche en el motel de carretera de su pueblo. Empezó a pensar como hacerles pagar por su error. Se metió en un bar de mala muerte y se enchufó cuatro chupitos de tequila en vena mientras sonaba de fondo hip hop americano al más puro estilo 50 Cent. Mientras tanto, sentía como su imaginación fluía entre miles de ideas sugerentes y descabelladas. Decidió no pensar más. Se plantaría en el motel a mitad de coito y haría lo que le saliese en ese mismo instante (gritar, berrear, todo valía, incluso dejar calva a esa zorra a ostias).


12:00 pm
Ashley se encuentra en el aparcamiento del motel. Es su décimo cigarrillo en los quince minutos que lleva esperando. Los observó entrar y se esperó a que apagasen la luz, pero al parecer, les gustaba más mirar. Se acercó a la puerta, los muelles del colchón adquirido en los chinos por cinco pavos chirriaban como un cerdo que está siendo degollado. Su pulso se aceleró descontroladamente. ¿Ojos cerrados o abiertos? ¿Cerrados o abiertos? ¿Abiertos o cerrados? No sabía si estaba preparada para ver a su perfecto novio Joe metiéndosela a otra con esa cara de gilipollas que ponía mientras follaba. Lo último que captó el cerebro de Ash antes de entrar en un ataque de cólera e histeria descontrolada fue el rugido del pomo de la puerta. Nada más verlos gritó algo, pero no recuerda muy bien qué fue lo que dijo. Inmediatamente se fue al bolsillo izquierdo de los jeans de Joe, siempre llevaba una navaja ya que el pueblo donde vivían era conocido por su agresividad callejera. A partir de agarrar el cuchillo, solo recuerda destellos de sangre adornando la habitación. Las paredes amarillas llenas de mierda se llenaban de sangre y a Ash le parecían puras una vez empapadas con la sangre despreciable de aquellos dos cerdos. Se sentía como Picasso, pintando un cuadro sin sentido pero que a ella le hacía plenamente feliz. Debían morir y perecer juntos. La calaña con la calaña. Huyó lejos, necesitaba recrear su vida. Reencarnarse. Olvidar. Hay una asesina en la ciudad pero nadie lo sabe.







Que conste que no estoy mal de la cabeza ni nada por el estilo.

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